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Mi hijo tiene dermatitis atópica: qué hacer y cómo calmar los brotes

Mi hijo tiene dermatitis atópica: qué hacer y cómo calmar los brotes

Cuando un hijo tiene dermatitis atópica, la preocupación se convierte en compañera diaria. Los picores constantes, la piel enrojecida, el llanto incontrolable y la dificultad para dormir pueden hacer que cualquier madre o padre se sientan frustrados, agotados y, en muchas ocasiones, desbordados.

Por eso, entender esta condición es el primer paso para gestionarla mejor. En este blog te contamos, de forma sencilla, pero con base dermatológica, qué hacer en cada momento. Desde cómo actuar ante un brote hasta cómo prevenir que vuelva a aparecer. Porque sí, convivir con la dermatitis atópica puede ser difícil, pero con la información adecuada, también puede ser mucho más llevadero.

¿Cómo saber si tu hijo tiene dermatitis atópica?

La dermatitis atópica es una de las enfermedades cutáneas más comunes en la infancia, afectando entre un 15% y un 25% de los niños, y en el 60% de los casos aparece antes del primer año de vida. Por eso, es fundamental estar atentos desde los primeros meses, especialmente si hay antecedentes familiares.

Algunas señales de alerta son los picores intensos, rojeces localizadas, sequedad extrema o zonas engrosadas por el rascado. Estos síntomas suelen empeorar con el frío, el sudor o ciertos tejidos, y pueden alterar el sueño y el estado de ánimo del niño.

Ante la mínima sospecha, es importante consultar en la farmacia para una primera orientación, pero el diagnóstico y el tratamiento siempre debe hacerlo un dermatólogo. Un tratamiento temprano no solo mejora la calidad de vida del niño, sino que puede frenar la progresión de la llamada "marcha atópica", reduciendo el riesgo de desarrollar asma o alergias alimentarias en el futuro.

Primeros pasos tras el diagnóstico de DA

Recibir el diagnóstico de dermatitis atópica (DA) puede generar alivio por ponerle nombre a lo que le ocurre a nuestro hijo, pero también muchas dudas. Estos son los primeros pasos clave para empezar a manejar la situación de forma eficaz:

1. Informarte bien sobre la patología: Al principio, la dermatitis atópica puede parecer un mundo complejo y lleno de incertidumbre. Sin embargo, cuanto más sepas sobre la enfermedad, por qué ocurre, sus fases, desencadenantes y tratamientos, más fácil será gestionarla en el día a día. Entender qué le ocurre a la piel de tu hijo te permitirá tomar decisiones más acertadas, anticiparte a los brotes y reducir la ansiedad que genera lo desconocido. Alguna web que os puede ser de utilidad para esto sería la de AADA (Asociación de afectados para la Dermatitis Atópica).

2. Apoyarle psicológicamente: Además del impacto físico, la dermatitis atópica también puede afectar significativamente al bienestar emocional del niño. Los picores constantes, el mal descanso o los posibles comentarios por parte de otros niños en el colegio pueden generar inseguridad, frustración o incluso retraimiento social. En estos casos, es fundamental normalizar su condición, explicarle con naturalidad qué le ocurre a su piel y transmitirle que no está solo. Validar sus emociones, acompañarle con paciencia y reforzar su autoestima son claves para que no asocie su piel con algo negativo.

3. Seguir el tratamiento pautado por el dermatólogo: Es realmente importante cumplir con el tratamiento médico indicado. Lo más habitual es que incluya corticoides tópicos, inhibidores de la calcineurina, fototerapia o en casos más graves corticoides vía oral o terapias biológicas.

4. Elegir los productos adecuados para el cuidado de la piel: La piel atópica necesita que seamos muy constantes con los cuidados diarios, para así poder prevenir los brotes y que los síntomas sean mucho más leves:

  • Higiene suave: Usar limpiadores sin jabón (syndets) que respeten el manto hidrolipídico de la piel. En este sentido podéis utilizar el gel de baño de Green Cornerss con postbióticos, que tiene pH fisiológico y activos que ayudan a mantener la piel hidratada y calmada.

  • Hidratación intensiva: Es importante aplicar emolientes al menos dos veces al día, incluso cuando no haya brotes. Lo ideal es hacerlo justo después de la ducha, cuando la piel está un pelín húmeda. Esto ayuda a reforzar la barrera cutánea y a espaciar los brotes, una muy buena opción es la crema de avena de Green Cornerss que además de hidratar en profundidad, calma los picores y la irritación, repara la piel y ayuda a reequilibrar su microbiota.

5. Adoptar buenos hábitos de vida: El estilo de vida influye mucho en la evolución de la dermatitis. Algunos consejos clave son:

  • Vestir al niño con ropa de algodón, evitando tejidos sintéticos o lana.
  • No utilizar suavizantes y aclarar muy bien la ropa cuando la laves. También es útil quitar las etiquetas de la ropa para que no piquen.  
  • Que las duchas sean cortitas (no más de 5 minutos), con agua tibia y sin utilizar esponjas. De igual modo, debemos secar la piel a toquecitos con una toalla suave de algodón.
  • Mantener las uñas cortas para evitar lesiones por rascado.
  • Controlar la temperatura y humedad del ambiente (evitar ambientes muy secos o calurosos).
  • Evitar factores desencadenantes conocidos: sudor, estrés, alérgenos ambientales o alimentarios, etc.

Con estos cinco pilares, educación continua, apoyo psicológico, tratamiento, cuidados diarios y hábitos saludables, la dermatitis atópica puede dejar de ser una fuente constante de preocupación y convertirse en algo que, poco a poco, aprendemos a controlar.

¿Qué hacer durante un brote?

Aunque sigamos todos los pasos y cuidados diarios de forma constante, la dermatitis atópica puede resultar difícil de controlar y los brotes pueden aparecer. En estas fases más agudas, es fundamental no abandonar los hábitos mencionados que ya hemos incorporado.

Además, si el brote es intenso, probablemente tendremos que recurrir al tratamiento médico específico pautado por el dermatólogo, generalmente con corticoides tópicos o inhibidores de la calcineurina. Es importante saber que durante esta etapa también se puede continuar con la hidratación habitual. De hecho, lo ideal es aplicar primero el tratamiento activo sobre la zona afectada, esperar entre 15 y 30 minutos para que actúe correctamente, y después aplicar el emoliente para reforzar la barrera cutánea.

Cuidados calmantes extra

Durante los brotes, cuando la piel está especialmente inflamada y sensible, existen algunos cuidados adicionales que pueden ayudar a calmar la irritación y potenciar el efecto de los tratamientos habituales:

  • Curas húmedas: Tras el baño, con la piel aun ligeramente húmeda, se aplica el corticoide y la crema emoliente. Después, se viste al niño con un pijama de algodón humedecido, ajustado al cuerpo, y por encima se coloca otro pijama seco.
  • Baños coloidales: Esta técnica es muy sencilla y calmante. En una bañera con agua templada se añade un aceite de ducha suave junto con unas seis cucharadas soperas de maicena o avena coloidal. Se deja al niño en remojo durante unos 5 a 10 minutos.
  • Otra opción eficaz para zonas localizadas es aplicar una capa generosa de emoliente sobre la piel y cubrirla con papel film transparente durante unos minutos. Esto crea un efecto oclusivo que favorece una mayor penetración del producto, potenciando su efecto.

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